
Estuve en este local con una amiga hace unos días. Teníamos la intención de hacerles un breve informe sobre la atención al cliente, la calidad del servicio, el ambiente, etc. El caso es que, nos atendieron tan bien y pasamos un rato tan agradable que, la conclusión a la que llegamos fue que había que puntuarles con un 10.
Nada mas entrar la camarera nos saludó y nos preguntó qué queríamos tomar, esperó a que termináramos de hablar por nuestros respectivos móviles y cuando nos atendió, lo hizo con una sonrisa amable y sincera. El croissant de mantequilla estaba sencillamente delicioso, la oferta de leches vegetales muy correcta (por fin se está convirtiendo en algo habitual ofrecer leche vegetal), la calidad del café excelente y, cuando mi amiga observó que mi café llevaba una galletita y su té no (y lo comentó), la camarera apareció a los pocos segundos con un platillo y varias galletitas adicionales (sin que nadie le hubiese pedido nada). ¡Eso es servicio! y eso es lo que hace que una regrese y recomiende un local.
Mucha gente que trabaja de cara al público no es consciente de que su actitud añade magia a lo que una está consumiendo. A veces, tal vez la comida no es buenísima pero, si el personal es amable y el ambiente es agradable, no te importa volver a darles una oportunidad. Por el contrario, cuando te atienden mal o con indiferencia (algo bastante común), yo ya no regreso a ese local. Hay tanta oferta que no hay porqué aguantar según qué actitudes.
La cafetería del Hotel Pulitzer es un lugar acogedor, bonito, cosmopolita y, si a ello le añadimos la amabilidad del personal, lo tiene todo para pasar un rato agradable.
¡Feliz miércoles!