
Esta no es una película para todos los públicos. Hay momentos en que resulta enervante el movimiento de la cámara y la música (o ruido, según se entienda) pero, también transmite poesía y belleza.
A mí me descubrió a un Van Gogh humano, espiritual, totalmente atrapado por su pasión pictórica, consciente de sus paranoias pero lleno de sensibilidad y pasión. Me dejó con la sensación de que para ser un gran artista, hay que tener algo de locura, sentir mas allá de lo que sentimos el resto, sobrevivir con la cabeza y el alma entre las nubes y la cotidianidad.
A medida que transcurre la trama vamos entendiendo el porqué de los bruscos movimientos y desenfoques, el chirriar de la banda sonora en algunas escenas. La interpretación de Willem Dafoe es sencillamente magistral. Las que fuimos al cine opinamos que era merecedor de un Oscar.
Esta es una película para amantes del arte y la pintura, para los que no se asustan del «cine lento», para quienes disfrutan de incursionar en el mundo de las emociones aún cuando, a ratos, resulte incómodo y doloroso.
Excepto que se había cortado una oreja…poco mas sabía yo del pintor. Me alegra haber visto la película porque, cuando mire sus cuadros veré en ellos el sufrimiento, la alegría, la perseverancia, el estallido de color que, no solo estaba en su cabeza sino que también fue capaz de plasmar en sus lienzos.
¡Feliz sábado!