Estos días en USA me han hecho tomar conciencia del poco tiempo que dedicamos a pararnos y no hacer nada. A pesar de las visitas turísticas, de la emoción de ver a mi hijo y nuera y de compartir momentos muy agradables, también he tenido la oportunidad de pasar horas sentada, leyendo, pensando y disfrutando del absoluto silencio que reina en esta ciudad (Napa).
Como no podría ser de otra forma, mientras paro y reflexiono sobre mi vida y lo que espero del futuro, decido hacer planes y reorganizar mis actividades cuando regrese a Barcelona. Retomar la meditación, volver a intentar la práctica del yoga (espero no marearme, otra vez), comer con calma, respirar de forma consciente, seguir leyendo y escribiendo. Desde aquí tengo la sensación de que todas esas actividades añaden energía a mi cuerpo mientras que, ir de un lado al otro como un pollo sin cabeza, invertir horas de navegación inútil en la web, dedicarme a actividades que no me aportan nada y tener esa sensación constante de prisa, me restan energía y supongo que años de vida también.
Una de las cosas que más valoro de viajar es la oportunidad que me da de poner en perspectiva mi «vida cotidiana». Cuando observo desde la distancia lo que habitualmente hago, veo con mayor claridad qué cosas funcionan, qué cosas son una pérdida de tiempo y qué cosas puedo cambiar para mejorar. Es curioso porque al final, siempre llego a las mismas conclusiones: respiración, buena alimentación, descanso, lecturas interesantes, tiempo con las personas que quiero y ejercicio. No hace falta ser un genio…solo hay que tener constancia y disciplina para llevarlo a la práctica.
¡Feliz miércoles!
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