
Siento que las personas que meditan tienen un aura especial. Una especie de halo pacífico y sereno que les envuelve. Tengo un ojo bastante experto para descubrir a quién medita de forma habitual. Son personas que suelen lucir una sonrisa beatifica, que entrecierran los ojos cuando les hablas, que rara vez se alteran, que parecen pensar antes de hablar, que se mueven despacio. En resumen, hacen cosas que a mí me gustaría hacer y no puedo.
Pero soy voluntariosa y cuando me propongo algo, lo hago con entusiasmo y dedicación. Mi experiencia con la meditación es menos traumática que con el yoga. Meditando aún no me he mareado y me han sacado de clase en camilla pero, sigo sin lograrlo.
He leído varios libros sobre el tema así que no tengo la más mínima duda de sus múltiples beneficios. Dicen que puede retrasar el alzheimer, me parece una razón poderosa para ponerme a meditar. Ahora mismo. He identificado un lugar tranquilo en mi habitación, tengo el cojín, la mantita, la vela, el incienso y la teoría. Vamos, que no tengo excusa para no lanzarme de cabeza a esta actividad.
Sin embargo… bajo la persiana, enciendo el incienso y la vela, cierro los ojos, me siento como Buda, junto las puntitas de mis dedos, respiro profundamente, digo Oooommmm y, me pica el hombro. Me rasco. Al moverme me doy cuenta de que el cojín no está bien colocado y me duele el trasero. Cambio de postura. Cierro los ojos, respiro profundamente. Suena el móvil. Me he olvidado de apagarlo. Lo apago. Cierro los ojos, respiro profundamente. Mi madre abre la puerta para preguntar algo. Le miro con cara de malas pulgas. Cierra la puerta. Cierro los ojos, respiro profundamente. Ahora me siento mal por haber mirado a mi madre con cara de malas pulgas. Luego me disculparé. Cierro los ojos, respiro profundamente. ¿Qué carajo está haciendo el vecino de arriba con tanto ruido? Cierro los ojos, respiro profundamente. ¿Qué es ese olor a quemado? ¡Mierda! se está quemando la punta de la cortina. Me lanzo sobre la cortina. Apago el conato de fuego. El corazón me va a mil por hora. Cierro los ojos, respiro profundamente. Despacito, quiero respirar tu cuello despacito, deja que te diga cosas al oído para que te acuerdes si no estás conmigo. Uff! ¿de dónde sale esta canción ahora? He de dejar pasar los pensamientos, como si estuviera en un arroyo y los observara fluir. ¿Se notará mucho la cortina chamuscada? Cierro los ojos, abro los ojos. Me duele la espalda. Termina mi meditación.
Hoy no ha sido un día adecuado. Demasiadas cosas pasando al mismo tiempo.
Mañana lo intentaré de nuevo. Y así, hasta que lo consiga. Está en mi lista de objetivos de este año. Junto con el yoga. Que no se diga que no lo intento.
¡Feliz jueves!