
Es extraño el ser humano. La que se ha liado con el incendio en Notre Dame. Y no me malinterpretéis, me gusta y aprecio el arte como cualquiera pero, ¿de verdad es necesario tal revuelo? Leo, no sin sorpresa, que Bernat Arnault (LVMH) donará 200 millones de euros, François-Henri Pinault 100, la familia Bettencourt (L’Oreal) 100 más y así hasta llegar a una cifra que ayer alcanzaba los 900 millones de euros y se prevé que superará los 1.000. Hasta Apple tiene previsto soltar algunos millones para contribuir a la reparación del histórico monumento.
Si de mi dependiera, que obviamente no depende, tal vez a la Santa Madre Iglesia le convendría ahora hacer un poco de marketing e invertir ese dinero en paliar el hambre, la pobreza, la prostitución infantil y tantos otros males que afectan al mundo. Además, ¿no están en el Vaticano algunos de los tesoros más importantes de la humanidad? ¿Por qué no venden unos pocos, por ejemplo, a los árabes o a los japoneses a quienes les encanta invertir en obras de arte y seguramente estarían encantados de comprárselos. O ya puestos, ¿por qué no devuelven los bancos el dinero que se utilizó para «rescatarlos» ahora que todos han vuelto a recuperar sus balances en números negros?
Aquí estamos, todos tan apenados por el incendio y nos quedamos tan panchos cuando vemos gente ahogándose en el mar todos los días para poder tener una vida un poco, solo un poco, mejor. Parece que a nadie se le ocurre cuestionarse ¿qué tiene más importancia, un monumento a una religión o la vida de miles de personas que sobreviven en condiciones infrahumanas? Eso si, que nosotros los europeos no vayamos a visitar Paris y tengamos que soportar ver Notre Dame un tanto chamuscada.
Llamadme insensible pero a veces se me escapa la conducta del ser «humano».
¡Feliz jueves!