A mi déjame de rosas y, regálame un libro

Photo by Thought Catalog on Unsplash

No me malinterpretéis, las rosas me encantan, como huelen, lo que representan, la magia de su existencia pero, me convence más el tacto de un libro. Las horas que pasaré inmersa en sus páginas, su perdurabilidad, el poder compartirlo, el aprender algo que me haga mejor persona.

Mi pasión por la lectura se inicia de niña cuando tuve que pasar una semana en cama por haberme empachado comiendo pistachos sin medida. Mi pobre hígado no lo soportó. Mi madre, que trabajaba todo el día, me compró varios libros de la serie de «Los cinco…» de Enid Blyton y, ahí nació mi amor por la literatura.

A lo largo del tiempo he leído mucho, aunque lamentablemente recuerdo bien poco, y he pasado interminables horas disfrutando de viajes, batallas, aventuras, reflexiones y teorías que los diversos autores me han regalado. Leer me ha alegrado en momentos de tristeza, me ha calmado en momentos de angustia y me ha hecho reír en lugares poco dispuestos para la risa como podrían ser un vagón del metro o el consultorio del dentista.

En los últimos meses a la lectura se le ha unido la escritura. Básicamente porque, cuando admiramos lo que otros hacen, queremos probar y hacerlo nosotros también. Escribir me ha salvado de la locura. Ha aliviado mi alma. Me ha ayudado a reflexionar, a encontrar serenidad, a vivir momentos inesperados de complicidad e intimidad con gente que jamás habría dicho que guardaba para si lo que ha compartido conmigo. ¿No nos sucede así a todos? Yo creo que sí. Creo que llevamos dentro historias por contar, sueños por explicar, tristezas por desgranar, miedos por exorcizar en el papel, ansias de volar a otros lugares, reflexiones secretas que creemos únicas y descubrimos con asombro que, cuando estamos dispuestos a abrirnos y dejarlas salir, los demás también comparten.

No sé si algún día cumpliré mi sueño de ser escritora. La verdad es que, tampoco me preocupa en exceso. Sin embargo, escribo cada día porque intento ejercitar ese músculo, ser coherente con lo que quiero. Escribo también porque, a veces, leyendo lo que otros han escrito, me descubro a mí misma, me entiendo mejor, me siento menos «freaky» y más parte de esa energía universal de la que dicen los budistas, todos formamos parte. Seas quien seas, saber que estás del otro lado de la pantalla, me hace feliz. Gracias.

¡Feliz día de Sant Jordi!

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