
Este libro de Santiago Lorenzo es de lo mejor que he leído en los últimos meses. La riqueza del lenguaje y la ironía son dos aspectos a resaltar en esta obra.
Personalmente me sentí tan identificada con el protagonista que, ganas me dieron de buscar una aldea a repoblar y emular algunas, que no todas, sus acciones.
Lorenzo narra con maestría una historia que nos sorprende y al mismo tiempo nos resulta casi cotidiana. Desconozco cómo lo logra pero, hace que el lector por una parte se medio-horrorice y por otra, tenga ganas de conocer a los personajes para darles una palmada en la espalda o un abrazo fraternal.
Los puntos de giro de la historia nos sorprenden pero nos van llevando de forma entretenida y magistral hacia un final que no podía ser otro.
Me reí, me emocioné, empaticé, me horroricé, reflexioné y al final, lo voy recomendando a todo el que quiere escucharme.
¡Feliz viernes!
PS: Cuando vuelva a leerlo, lo haré con un diccionario al lado. Lorenzo es un maestro del lenguaje y le encanta utilizar palabras que, en mi caso, he leído por primera vez y he intuido más por el contexto que por entender con claridad lo que decía. Magnífico.