
Lo que voy a confesaros seguro que os pasa a pocas pero, yo hace años que juego con la idea: me encantaría llevar rastas. Si, rastas, esos pelos enredados que parecen cuerdas y que hacen pensar en una higiene despistada. Desconozco en qué parte de mi subconsciente se aloja la admiración por este estilo de peinado. Cuando veo a alguien con rastas, inmediatamente me cae bien. Esta predilección por un look que, en apariencia, no tiene nada que ver conmigo me resulta incomprensible, no obstante, cuando veo pasar a alguien luciendo esas cuerdas enrolladas alrededor de la cabeza no puedo evitar mirarle con algo de envidia.
Tengo una edad en que empiezo a pasar bastante de todo, y sobre todo de lo que los demás opinan, así que hace unos meses, buscando entablar conversación con el peluquero mientras me secaba el pelo y, como quien no quiere la cosa, indagué sobre las rastas. Mi peluquero no se pone límites. Cualquier cosa le pidas, él considera que puede hacerse. Cortar, alargar, rizar, estirar, moldear, teñir, rapar, nada se le resiste. Así que su respuesta fue que si me hacían ilusión unas rastitas, me las pusiera. Si mujer, claro que si, ya te las busco de tu color y verás que a gusto las llevas me dijo. ¡Genial!
Pero han pasado los meses y las rastas no llegan. Ayer recibí una llamada de la peluquería en la que me comunicaban que estaban teniendo serios problemas para conseguir cabello de color blanco. Les ofrecí que como alternativa las buscaran de color gris. Nada. Niente. Nothing. Los de pelo blanco no tenemos derecho a llevar rastas. No me parece justo y, el hecho de que no las encuentren, ha incrementado exponencialmente mi deseo de lucirlas. ¡Quiero mis rastas!
Pronto participaré en un retiro en el campo, nos alojaremos en cabañas de piedra y durante varios días estaremos en comunión con la naturaleza. Yo es que me veo, descalza, danzando, con una falda suelta, sin sostenes (pero con camiseta) y luciendo unas rastas, cual abuela de Bob Marley. Es verano, hay luna llena, una debe de permitirse algo de locura.
Espero que de aquí a agosto las encuentren.
¡Feliz miércoles!