
Esta es una novelita rosa de esas que una lee cuando no tiene ganas de pensar en nada importante. Ya he dejado la costumbre de llevarme libros densos, interesantes, estimulantes o complicados a la cama porque, después me dan las tantas de la madrugada y no consigo dormirme. Las novelas rosas, que no necesariamente han de ser malas – ésta en concreto es un Best Seller – tienen de bueno que, si te despistas en alguna página y sigues leyendo, no pasa nada. Difícilmente perderás el hilo porque, son tan predecibles, que antes de que suceda algo…ya lo has intuido.
Tal vez debería haber escrito esta critica al inicio del verano porque, para tirarte en un tumbona debajo de una higuera o en la playa, éste es un librito muy recomendable. También lo es para los minutos antes de la siesta o para, como he comentado hace un momento, justo antes de dormir, cuando deseas irte a la cama pensando que es un problema que la pobre propietaria de una preciosa casa en un acantilado frente al mar, no tenga dinero suficiente para devolverle su esplendor. También están las tramas de gente que ha sufrido desamores y tiene la gran suerte de encontrar a ese ser perfecto que todos buscamos, como por casualidad, sin necesidad de Tinder o cualquiera de los muchos portales en los que la gente invierte tiempo, sueños, esperanzas, deseos y vete tu a saber que más. En las novelas ligeras, aunque todo parece terriblemente dramático, en el fondo es infinitamente mas sencillo que en la vida real. Aunque solo sea porque la escritora tiene que darle un final a la trama y, a casi nadie le apetece pensar en un cierre deprimente (aunque siempre hay excepciones).
Lo dicho, si queréis evadiros, viajar un rato en las nubes, adormeceros, pasar un ratito agradable, esta novelita es para vosotras (mas que vosotros). Si buscáis una lectura para ir de intelectuales, profundos y a la última, tal vez queráis leerla pero sin comentarlo.
¡Me encantan los lunes! (estoy haciendo un experimento sobre la fuerza del lenguaje).