
Cada vez que leo un libro de Murakami me pregunto qué me impulsa a seguir leyendo. Sus historias, y esta en particular, no son trepidantes o llenas de aventuras y situaciones inesperadas.
Murakami es un maestro del detalle, de lo cotidiano, de la narrativa lenta y casi siempre dolorosa que nos lleva a preguntarnos que sucederá con esos personajes que parecen destinados a la tragedia.
Me gusta leerle de noche porque, por algún motivo que desconozco, la lectura de sus libros tiene la peculiaridad de calmarme, de sumirme en un estado casi hipnótico que combina placidez e imágenes oníricas. En ocasiones creo que me duermo con los ojos abiertos y, por un rato formo parte del universo del escritor, envuelta en brumas, manteniendo diálogos lentos y tristes, buscando esperanza en los pequeños detalles.
Tokio Blues realmente hace honor a los «blues» (en inglés se refiere a la tristeza). Nos narra las desventuras amorosas de Toru Watanabe, un joven que busca el amor y por diferentes circunstancias, éste le rehuye. Suicidios, desencuentros, sexo a medias, esperanzas rotas, amor correspondido a ratos…al pobre Toru le sucede de todo sin que termine de encontrar ese amor que tanto anhela.
No os desvelo nada más porque entonces no querréis leerlo y, sinceramente, merece la pena hacerlo.
Tokio Blues os llevará de la mano con delicadeza, nostalgia, algo de humor, erotismo, tristeza y, tal vez en algunos pasajes, auto-reconocimiento. Si os decidís a leer este libro, apartad un tiempo para hacerlo sin interrupciones, disfrutad de la magistral capacidad narrativa de este autor y preparaos para acompañar a Toru Watanabe en una etapa vulnerable y difícil de su vida.
¡Feliz sábado!