
El domingo fue a ver La Odisea de los Giles producida, entre otros, por Ricardo Darín. Escogí el horario de las cuatro porque quería ir a pasear después. Fui con mi cuñada y mi hermano que…en más de una ocasión se han dormido una película entera y pensé que, a unas malas, yo podía aprovechar y dormir también.
Ninguno de los tres pudo apartar la vista de la pantalla ni un segundo. El argumento me pareció magistral, una mezcla de fantasía descocada que, probablemente, a más de uno le gustaría emular. ¿Quién no se ha identificado alguna vez con el pobre y desamparado ciudadano al cual le toman el pelo con total impunidad bancos, aseguradoras, eléctricas y otras alimañas? Vivimos en una sociedad en la que ya no hay dónde ir a reclamar. Tal pareciera que a nadie le importa. ¿Desaparece tu dinero del banco? lo sentimos, no haber comprado preferentes. ¿El seguro no te paga nada de lo que creías cubría tu póliza? lo sentimos, haberte leído la letra pequeña. ¿El importe de tu factura telefónica es astronómico, lo que te cobran no se asemeja en nada a lo que de buena fe creíste contratar? lo sentimos, tomamos nota, ya le llamaremos, sigo esperando.
Esta película nos engancha porque nos identificamos con esos héroes anónimos que alguna vez confiaron en el sistema y finalmente entendieron que todo es una patraña bien montada para tomarnos el pelo.
No os cuento el final, solo os digo que tomé nota de mucho de lo que en la película acontece. Quien sabe, igual un día lo necesito para, cuando se me hinchen las pelotas (lo siento, utilizo esta expresión por mantener el tono de la película), actuar por mi cuenta. Tal y como hicieron los ladrones en Méjico con lo que aprendieron de La Casa de Papel…
Actores magníficos, todos y cada uno de ellos interpreta a un personaje peculiar, con defectos y virtudes, creíble, reconocible, entrañable, humano.
Volveré a verla, me quedaron cosas por apuntar.
¡Feliz martes!