
Ayer tuve el privilegio de participar, o más bien asistir porque participar, participé poco o nada, en una reunión de titanes que me hizo recordar en qué consiste el buen liderazgo.
Presentes en la reunión estaban una Jefa de Urgencias de un reconocido hospital catalán y dos cardiólogos con amplia experiencia. No entraré en detalles pero los tres poseen un curriculum impresionante y han ocupado cargos de gran relevancia en un mundo tan complicado como es el de la sanidad.
El motivo de la reunión era presentar una idea, innovadora y probablemente controvertida, por parte de uno de los cardiólogos para estudiar si era posible involucrar al hospital en un estudio a fin demostrar la efectividad del tratamiento propuesto.
Va por delante que el momento actual no parece el más adecuado para entusiasmar a personas que han estado trabajando incansablemente, conservando la calma, la profesionalidad, la cordura y el orden durante las últimas semanas en las que la vida ha dado un giro de 180º y ha dejado a la gran mayoría perpleja, asustada y sin saber muy bien como actuar.
La reunión se inició con la presentación de la propuesta, la cantidad de obstáculos para llevarla a cabo resultaría para la gran mayoría abrumadora. No hay que olvidar que los hospitales, como la mayoría de las empresas, funcionan con una serie interminable de normas internas, burocracia, filias, fobias y egos del tamaño de un piano. El hecho de que en un sector tan conservador como el de la medicina se proponga una idea rompedora tampoco ayuda a que las cosas se discutan con serenidad y espíritu de colaboración.
Al finalizar la reunión pensé que había sido una pena no tener una cámara para grabar a aquellos tres profesionales mientras de forma serena y colaboradora buscaban la manera más eficaz de plantear el proyecto para su aprobación. Habría sido un documento excelente para mis clases de liderazgo. De la idea original quedaba poco al finalizar la reunión. Ante el planteamiento de obstáculos nadie se puso a la defensiva o atacó la idea del otro, cuando surgieron serias dudas sobre la aceptación de la propuesta por parte de un comité que aprueba estas cosas, los tres se centraron en buscar la manera más eficaz de dar un enfoque científico, claro y bien razonado aún cuando…insisto, la propuesta, si sale…sacudirá unos cuantos paradigmas.
Sonrisas, pro-actividad, educación, compañerismo, construir sobre lo que el otro proponía, sumar en lugar de restar, interés por entender y ayudar al resto, entusiasmo, colaboración y algunas cosas más que seguro se me escapan, todo ello estuvo presente en esta reunión.
Cualquiera que hubiera estado observando habría pensado que estos tres profesionales estaban hablando sobre un tema sencillo y de fácil solución. Nada más lejos de la realidad. Me encantó confirmar que hay gente que hace simple lo complejo, que no necesita llevar la razón para sentirse realizado, que entiende que la grandeza del otro también le hace grande a él o a ella, que en resumidas cuentas, hacen sin darse cuenta que el mundo sea un sitio mejor solo por la forma en que se gestionan a si mismos.
Todo un privilegio tener la oportunidad de estar cual mosca en la pared, tomando nota de todo y pensando que tal vez algún día estos tres personajes, sin ruido y con pocas tonterías, cambien la forma en que se practica hoy en día la medicina.
¡Feliz jueves!