
Este es uno de los mejores libros que he leído este año. Wolynn nos explica con evidencias tanto empíricas como científicas, de que forma la mayoría de los traumas que nos aquejan son heredados de nuestros antepasados.
El concepto que a simple vista puede parecer dudoso, resulta sorprendente cuando el autor no solo nos ilustra sus explicaciones con casos reales sino que, a través de preguntas y cuestionarios, nos hace reflexionar sobre nuestros traumas y el origen de los mismos.
Wolynn nos habla de un lenguaje nuclear que no es otra cosa que las palabras y las frases personales que expresan nuestros miedos más profundos y que nos aportan pistas que nos guían hacia el origen de un trauma pendiente de resolver. Los abandonos que sufrimos de niños, los abusos, las pérdidas de seres queridos, los maltratos, las ruinas económicas, el alcoholismo, en fin, no se salva nadie porque quien más, quien menos, todos hemos sufrido alguna de estas penurias.
Conocer y analizar en profundidad los traumas familiares nos puede ayudar a esclarecer conductas y emociones en nosotros mismos que muchas veces no entendemos y otras tantas nos dificultan de forma increíble e insidiosa nuestra vida. Relaciones fracasadas, incapacidad para entregarse a los demás, falta de motivación, miedo al fracaso, a perder al otro, a sentirse controlado, a querer controlar…todo, o casi todo, parece – según este autor – tener su origen en nuestro pasado.
Algunas cosas que llamaron mi atención fueron estudios que se hicieron en universidades americanas donde se demostró que el 80 por ciento de los sujetos que afirmaron que tenía relaciones tensas o de mera tolerancia con su padre tuvieron problemas de salud significativa, mientras que solo un 50 por ciento de los que tenían relaciones cálidas o estrechas con el padre tuvieron este tipo de problemas. También se observó que las tasas de cáncer tenían una correlación estrecha con el grado de distanciamiento que sentía cada alumno respecto de cada unos de sus progenitores.
El autor nos invita a desvelar secretos familiares guardados durante años con el fin de proteger a las personas porque, aquello que no se resuelve en vida, acaba arrastrándose a las generaciones siguientes y el trauma no cesa hasta que las cosas salen a la luz y se solucionan desde la verdad y el amor. En algunos de los casos que comparte con el lector, Wolynn explica que, en ocasiones, es necesario visualizar el pasado, imaginar que hablamos con la persona que ya se ha ido y solicitar su perdón o dárselo según sea el caso.
Pocos libros me impactan lo suficiente como para pararme a hacer sus ejercicios y sentirme identificada con aquello que explican. En este caso, a pesar de haber sufrido muy pocos traumas en mi vida, he podido identificar con bastante rapidez el origen de mis puntos flacos, de mis miedos y de alguna rabieta inesperada que de vez en cuando me convierte en una especie de gremlin furibundo que toma posesión de mi cuerpo sin que yo entienda muy bien porqué. La verdad, leído el libro no solo me entiendo mejor a mi misma, también puedo ver en otros el origen de sus neuras y comprender mejor el porqué de sus creencias y valores.
Lo dicho, una lectura muy recomendada.
¡Feliz lunes!
Comparto el punto de vista, es importante indagar de dónde vienen nuestros miedos. Son nuestras cárceles particulares 💜
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Ció, gracias por tu comentario. Lo que más me sorprendió es la constatación de que algunos de nuestros miedos
son resultado de traumas sin resolver de nuestros antepasados. Importante no dejar cosas por resolver en esta vida.
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