¡Hoy no he pagado el autobús!

Photo by Annie Spratt on Unsplash

El día ha empezado bien. Al subirme al autobús el conductor me ha mirado muy sonriente y me ha dicho «no funciona, la máquina de fichar no funciona». Ah, he contestado yo poniendo cara de «¿entonces que hago?» a lo que él ha contestado, «pase sin fichar».

Las tres personas que ya estaban en el autobús tenían una sonrisa de oreja a oreja. Qué poco cuesta hacernos felices, he pensado.

A partir de ahí, durante el trayecto que dura aproximadamente 40 minutos, me he dedicado a observar a todo el que entraba y se encontraba con esta anómala situación. La máquina no funciona, repetía el conductor, a lo que cada uno haciendo gala de su personalidad, reaccionaba de diferente manera.

Ha habido quien ponía cara de sorpresa, sonreía y procedía a sentarse con una expresión satisfecha. Después estaba quien, a pesar de que el conductor le explicaba que la maquinita en cuestión no funcionaba y podía pasar sin fichar, miraba con expresión perpleja y se dirigía al aparato e ¡intentaba introducir la tarjeta!. Por último, estaba quien, después de escuchar la frase del conductor «la máquina no funciona, pase sin pagar», ponía cara de fastidio y nos miraba al resto como si fuésemos culpables de algún delito por tipificar.

Me han parecido muy interesantes las distintas reacciones. A priori habría pensado que todo el mundo habría hecho como yo, ¡qué bien!, un trayecto gratis, sonrisa y a sentarme. Pero, algo tan sencillo como lo que os acabo de explicar, me ha hecho pensar sobre lo complicado de la conducta humana. Si ante algo que a simple vista parece tan sencillo reaccionamos de formas tan diferentes, ¿qué esperamos que suceda cuando añadimos emociones, miedos, anhelos, etc.? No es de sorprender que nos sea tan difícil entendernos los unos a los otros.

Por último, mientras circulaba hacia mi destino, se me ha ocurrido que una buena forma de hacer huelga sería precisamente esa. Dejar viajar a las personas sin que pagaran su billete. Eso, sin duda, fastidiaría mucho más a la empresa que la tocada de narices a la que nos someten habitualmente los empleados de las empresas de transporte. En lugar de indignarnos a todos haciéndonos esperar y viajar como sardinas en lata, lograrían más apoyo de la ciudadanía si hicieran bien su trabajo pero durante los días de huelga, simplemente no cobraran.

¡Feliz lunes!

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