
Va por delante que, por principio, no suelo mirar la TV casi nunca. Si por mí fuera, podría desaparecer de la faz de la tierra (la TV) y no la echaría en falta. Sin embargo, convivo con mis padres y a ellos les gusta mirar el futbol y algún concurso sobre cultura. También visito a mi hermano de vez en cuando y observo la conducta familiar frente a los molestos anuncios. Simplemente, cambian de canal, le quitan el volumen o directamente la apagan.
Sabiendo lo que cuesta el tiempo en TV me deja perpleja que a ninguno de los anunciantes se le haya ocurrido que están tirando el dinero de manera lastimosa. Dudo que haya alguien que se quede mirando o escuchando esos minutos cargantes donde intentan convencernos de las maravillas de la comida basura, los vehículos que nos harán ser felices, la cosmética para borrar arrugas, los perfumes para volver loco al sexo opuesto y, lo peor de lo peor, las apuestas. ¿En serio? en un país con una de las tasas de paro mas altas de Europa, con cantidad de gente viviendo de las míseras pensiones de sus abuelos y con unos sueldos de pena, ¿de verdad que es una buena idea incitar a la gente a que apueste? A mi personalmente me resulta inmoral.
Yo diría que los anuncios tenían sentido cuando para evitártelos tenías que levantarte de la mesa o del sofá e ir hasta la TV para cambiar de canal. Rara vez lo hacíamos y por tanto, no nos quedaba otra que tragárnoslos. En el momento en que surgieron los mandos a distancia, los anuncios pasaron a ser una molestia temporal que uno sencillamente hace desparecer con el clic de un botón.
Como en tantos otros aspectos de la vida del ser humano, el efecto oveja también está presente en este tema. A nadie se le ocurre invertir ese dinero en, por ejemplo, enviar una muestra del producto de forma gratuita al domicilio del público en general. Ahora que lo pienso, cuando hablamos de coches tal vez sería un poco más complicado pero ¡qué demonios! decidme si no causaría un impacto de noticia el que un buen día recibieras un sobre con las llaves de un Mercedes y una nota que pusiera: «Deseamos que nos tenga en cuenta en su próxima compra y para ello, usted ha sido elegido para recibir de forma gratuita uno de nuestros vehículos. Cuénteselo a sus amigos, vecinos, familiares, publíquelo en Facebook, Twitéelo, suba la foto a Instagram. No se guarde su suerte para usted solo». Vamos, al día siguiente todos estaríamos hablando del tema. Mucho más original, mucho más interesante, mucho más divertido, mucho más convincente.
¡En fin! esta reflexión me vino a la cabeza mientras mi madre, una artista del mando a distancia, navegaba entre canales sin que un solo anuncio perturbara su búsqueda de algo interesante que mirar. La búsqueda no fue fructífera pero, al menos tuvo la satisfacción de darle el esquinazo a todos y cada uno de los anunciantes.
¡Feliz sábado!